Cobrar una tasa de entrada para Venecia sella la desaparición cultural no sólo de Venecia, sino de Europa: Venecia ya no se considera una ciudad, sino una gran máquina tragaperras.
Con la entrada de cinco míseros euros, no se prevé ningún límite máximo de turistas de día.
No se aplica durante los periodos de mayor afluencia turística.
Los residentes del Véneto, que constituyen el 70% de los turistas de un día, están exentos.
Según las estimaciones actuales, los ingresos procedentes de las tasas de admisión son tan elevados como los costes de su aplicación.
Es una medida de un Estado de vigilancia: se controlaría a cada visitante y los venecianos tendrían que informar de cada uno de sus visitantes. Este tipo de restricción de la intimidad y la libertad de movimiento es típico de los regímenes autoritarios. Además, no se sabe dónde acaban finalmente los datos sensibles recogidos.
Defendemos Venecia como ciudad de libertad: Venecia pertenece a los venecianos, ellos son su riqueza, ellos son los que mantienen Venecia viva.
Venecia no es un parque temático, sino que debe seguir siendo la ciudad abierta que siempre ha sido a lo largo de su historia: sin pagar entrada